Es significativo observar como relacionan algunas situaciones con determinados sentimientos gracias a la memoria asociativa.
Por ejemplo pueden relacionar una persona con el juego o saber que cuando se suben a un automóvil eso les producirá mareos, lo cual les genera nerviosismo o stress.
Esta conducta es muy llamativa cuando se trata de un perro abandonado o maltratado, ya que que tendrán reacciones de miedo si lo subimos al automóvil, nos acercamos bruscamente o alzamos la voz.
Normalmente un perro adulto gime cuando nos vamos de casa y lo dejamos solo, cuando se hace una herida o sufre un accidente y cuando lo encerramos o castigamos.
Los cachorros cuando son separados de su madre y hermanos, también suelen mostrar sentimientos de tristeza y lloran.
Del mismo modo que pueden sentir tristeza o pena y expresarlo a través de su lenguaje verbal (gemidos y lloriqueos) y no verbal (ojos caídos, rabo y orejas para abajo), también pueden expresar alegría felicidad y satisfacción.
En conclusión, los perros sienten de la misma manera que nosotros sentimos, aunque no pueden decírnoslo con palabras, sino a través de su propio lenguaje.
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